Los Orígenes de la Santa Misa:

Al principio de la Era Cristiana la Santa Misa no estaba "a la vista" de cualquiera, sino sólo de quienes estaban ya más compenetrados con su significado. Al realizarse la ceremonia a puertas cerradas, los rumores y calumnias provenientes de los enemigos de la Iglesia no se dejaron esperar y comenzaron a esparcirse por todos aquellos lugares donde la semilla de Cristo había ya dado sus frutos. En el siglo II encontramos un texto de San Justino mártir explicando al emperador romano Antonio Pío, hacia el año 155, a grandes rasgos precisamente lo que se hacía en la misa. Verás que, en lo general, el desarrollo de la celebración permanece invariable hasta nuestros días:

Carta de San Justino mártir para explicarle al emperador pagano Antonio Pío lo que hacen los cristianos:

El día que se llama día del sol tiene lugar la reunión en un mismo sitio de todos los que habitan en la ciudad o en el campo.

Se leen las memorias de los apóstoles y los escritos de los profetas, tanto tiempo como es posible.

Cuando el lector ha terminado, el que preside toma la palabra para incitar y exhortar a la imitación de tan bellas cosas.

Luego nos levantamos todos juntos y oramos por nosotros... y por todos los demás donde quiera que estén, a fin de que seamos hallados justos en nuestra vida y nuestras acciones y seamos fieles a los mandamientos para alcanzar así la salvación eterna.

Cuando termina esta oración nos saludamos unos a otros.

Luego se lleva al que preside a los hermanos pan y una copa de agua y de vino mezclados.

El presidente los toma y eleva alabanza y gloria al Padre del universo, por el nombre del Hijo y del Espíritu Santo y da gracias (del griego: eucharistiam) largamente porque hayamos sido juzgados dignos de estos dones.

Cuando terminan las oraciones y las acciones de gracias, todo el pueblo presente pronuncia una aclamación diciendo: Amén.

Cuando el que preside ha hecho la acción de gracias y el pueblo le ha respondido, los que entre nosotros se llaman diáconos distribuyen a todos los que están presentes pan, vino y agua "eucaristizados" y los llevan a los ausentes".

Tomado de San Justino, Apología 1, 65


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